Rodolfo Torre Cantú iba a ser el próximo gobernador de Tamaulipas. Al momento de su ejecución, llevaba más de 20 puntos de ventaja en las preferencias electorales frente a su rival más próximo, el panista José Julián Sacramento. Pero sus verdugos dispusieron otra cosa.
No tenemos aún la certeza de que el candidato priista haya sido asesinado por el crimen organizado, pero el modo de operar del comando que lo mató parece apuntalar esta hipótesis. Tamaulipas es uno de los cinco estados que lo servicios de inteligencia de Estados Unidos mantienen en semáforo rojo. Es, además, terreno de violentas disputas entre el Cártel del Golfo y los Zetas.
De confirmarse esta hipótesis, estaríamos frente a un hecho sin precedentes. La irrupción violenta del crimen organizado en unas elecciones de gobernador. Un parteaguas, un antes y un después. El estado no puede darse el lujo de ignorarlo, como ha sido el caso de otros candidatos menores.
Apenas en mayo pasado, mataron al abanderado del PAN a la alcaldía de Valle Hermoso, Tamaulipas, José Mario Guajardo. No hay rastro de sus asesinos. Nadie sabe, nadie supo. El hombre pasó a formar parte de las estadísticas. El 95 por ciento de los asesinatos cometidos por los narcos no se resuelven. Peor: ni siquiera se investigan.
Pero dejar este crimen en la impunidad sería tanto como empollar el huevo de la serpiente, alentar nuevos episodios de esta envergadura, que no solo lesionan la democracia –imagínese cuantos candidatos desaparecerían por no ser del gusto del crimen organizado– sino que dañan severamente la imagen de nuestro país en el exterior. Sobra decir el temor que infunden en una población que, con razón, se siente indefensa frente al poderío de los narcos.
El asesinato sacudió al país. Ni un solo diario dejo de consignarlo en sus ocho columnas: “Votarán pese a crimen” (Reforma); “Ejecutan a candidato; PRI: no nos intimidan (El Universal); “Ejecución cimbró al país” (Excelsior); “Asesinan a Torre en Tamaulipas; habrá elecciones (La Jornada): “La Ejecución del Candidato no aplaza la elección” (Milenio); “Crimen decide en Tamaulipas quien no debe gobernar” (La Razón)
A Torre Cantú le metieron 18 tiros, seis días antes de las elecciones en Tamaulipas y en otros 13 estados de la República. Su ejecución envenenó un proceso que, ya de por si, se había enturbiado con la guerra sucia que se libran los partidos, en su disputa por los cargos de elección popular.
Los reproches y reclamos del PRI al gobierno federal se han multiplicado. La indignación en el tricolor es grande. Los llamados del presidente Calderón a cerrar filas en defensa de las instituciones democráticas se repiten. Palabras y más palabras.
Pero mas que discursos y mensajes, los mexicanos necesitamos que la estrategia de seguridad sea eficaz, las familias quieren recuperar la tranquilidad, como atinadamente apuntó Beatriz Paredes, al posesionar a su partido. ¿O alguien lo duda?
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