Hasta el pasado viernes no había registro de que un jefe nacional del PAN se hubiese resistido a recibir a su predecesor. Sucedió con Germán Martínez, cuya soberbia puede costarle muy cara esta vez. Manuel Espino le hizo antesala durante más de dos horas. No lo recibió. Tampoco le dio cita para otra ocasión.
Sabemos que el polémico duranguense tiene comprometedores documentos sobre las elecciones del 2006, que en cualquier momento puede hacer públicos. Encabeza también el movimiento de panistas inconformes con las listas de diputados plurinominales que se dieron a conocer la semana pasada, y solo espera el tropiezo electoral del PAN de Martínez para encabezar una rebelión.
El desaire a Manuel ya se ha convertido en grosería. El polémico líder de la OCDA lleva meses buscando al jefe nacional. Lo ha hecho por teléfono, a través de amigos. Le ha dejado recados con su secretario particular Miguel Novoa. Hasta mensajes vía internet le ha enviado. Todo inútil. “Ha de andar muy ocupado”, dice Espino, con sorna.
Al otrora presidente de Acción Nacional lo tienen, aislado, marginado, excluido. Ni la influencia del Yunque ha servido para que le levanten el castigo. El gobernador de Morelos, Marco Adame, cabeza del conservador grupo, solicitó la noche del miércoles pasado que incluyeran al polémico Manuel en las listas de candidatos a diputados plurinominales. Fracasó. “Tiene sus riesgos decirle que no al Yunque”, advirtió un senador del PAN.
Hablamos con Espino poco después de abandonara la sede del CEN en Coyoacán. No se le notaba tenso, molesto o frustrado. El numerito le había salido bien. Sus colaboradores habían contactado a reporteros, columnistas, fotógrafos y camarógrafos para avisarles que el político, duranguense de nacimiento y coahuilense por adopción, acudiría a Avenida Coyoacán para reunirse con Germán Martínez. “Estará en el edificio del CEN entre 12 y 12:30 de la mañana”, decía la invitación.
Manuel no tenia cita. Tampoco le había avisado a Germán que se presentaría personalmente en el CEN para reunirse con él. Sabía que le haría el feo y quería dejar pública constancia del desaire del que fue víctima.
El propio Manuel nos contó que habló con el secretario particular, Miguel Novoa. Le dejó claro que iba a esperar allí mismo la respuesta de Germán. “Voy a estar en el lobby”, avisó. Pero como en la canción de Joaquín Sabina, le dieron la una, las dos y las tres, y nomás nada.
Pasada la hora de comer, Espino decidió retirarse del castillo en el que alguna vez fue rey. “Ya hacía hambre”, nos dijo. Pero antes le dejó un atento recado al soberbio jefe panista, quien parece ignorar un principio básico de la política: hay que sumar para triunfar. “Dígale que lo que voy a exponerle es de interés. Hay cosas graves que están pasado, si no se toman medidas van a se imparables”, le dijo a Novoa.
– ¿Qué cosas son imparables? - preguntamos
– Primero las voy a tratar con él- repuso.
Una exigencia a Germán completó la advertencia de Espino: pedirle una disculpa a Kana Fernández, empresaria regiomontana, quien apoyo financiera y políticamente la campaña de Felipe Calderón en el 2006. Kana fue excluida del CEN del PAN con el argumento de que faltaba a las reuniones. “Yo hablé con ella, y tiene justificativos”, puntualizó Espino. Kana fue sustituida por Josefina Vázquez Mota.
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