Ni el preocupante brote de influenza ha logrado que partidos y candidatos se den una tregua, de cara a las elecciones del 5 de julio próximo. El país está convertido en arena política, y no ha faltado quien, como Mario Delgado, secretario de finanzas del GDF, exprese sus temores de que el tema sea explotado políticamente.
En una esquina vemos a Germán Martínez, presidente del PAN, tirando fuertes ganchos a la política de tolerancia que, según el, mantuvo el llamado priato con el crimen organizado. Utilizó, para ello, una ingeniosa estratagema que burla las disposiciones contenidas en artículo 41 de la Constitución, apartado C, que prohíbe “denigrar” a los partidos.
El panista hace llegar sus posicionamientos contra el PRI por la vía del internet, el único medio de comunicación que no está regulado. La televisión recoge el spot de la página web de Acción Nacional, y lo convierte en noticia de horario “Triple A”. Para que le cuento las sospechas que existen de que se trata de publicidad pagada por debajo de la mesa.
La Ley es lo que menos importa. Los panistas ya han declarado que pagarán las ridículas multas que impone el IFE, y que van para adelante con la estrategia que los del tricolor atribuyen al mítico consultor español de la derecha, Antonio Solá, y a Juan Ignacio Zavala, cuñado del presidente Calderón.
Los golpes de Germán, endurecidos por la tardía y titubeante reacción del tricolor, han sido eficaces, pero no letales. Las encuestas reportan una disminución en la intención de voto hacia los candidatos del PRI, pero este partido sigue en punta, de cara a las elecciones de julio próximo.
La ventaja del tricolor es de entre tres y cinco puntos, cuando hace dos meses llegó a estirarse hasta en ocho y nueve puntos.
En la otra esquina vemos a los priistas lanzar golpes al aire, para luego retirarse a su esquina. Eso sucedió con las famosas cuentas públicas 2002-2003, que corresponden al régimen del ahora ex presidente Vicente Fox. Por primera vez en la historia fueron rechazadas por el pleno de la Cámara de Diputados, a instancias del Revolucionario Institucional.
El Toallagate, la Megabiblioteca, y otros escándalos que salieron en la época de los Fox, salieron a relucir en el debate.
Pero súbitamente, y sin conocer el resultado de su ofensiva antifox, el PRI cambió de estrategia, y decidió no discutir más, por lo menos en este periodo, las cuentas de Fox, en un viraje que huele a concertacesión. La revisión de la cuenta pública 2004-2005, donde se encuentran las mayores irregularidades detectadas por la Auditoria Superior de Fiscalización (ASP), fue pospuesta súbitamente por la Junta de Coordinación Pólitica.
“En la escuela, si no pasas el primer y el segundo año, no puede ir al tercero”, justificó Emilio Gamboa Patron, jefe de la bancada del PRI en San Lázaro.
-- ¿Es una tregua a Fox? Insistimos.
--¡De ninguna manera! Muy pronto vamos a ir a la PGR a preguntar que ha pasado con la denuncia que presentamos contra el ex presidente en el 2007”—repuso el legislador yucateco.
Semi noqueado está el PRD. Los pleitos internos, la debilidad de su dirigencia, el divisionismo que fomenta Andrés Manuel López Obrador, y el radicalismo de los grupos leales al llamado Peje, lo tienen fuera de combate.
El referi, en este caso el IFE, se distrajo con la avaricia de los consejeros electorales. Nada más querían ganar 330 mil pesotes mensuales, sueldo de los Ministros de la Corte.
Subordinado a los partidos, El IFE dejó de tener autoridad moral. Su imagen se vino abajo ante la sociedad. Basta con ver las recientes encuestas. Solo uno de cada tres mexicanos le tiene confianza a las autoridades electorales. El Instituto, para colmo, nos satura de aburridos spots en la radio y la televisión que obligan al ciudadano a cambiarle de canal.
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