lunes, 7 de septiembre de 2009

Septiembre negro

Con la entrega por escrito del Tercer Informe de Gobierno arrancaron, el 1 de septiembre pasado, los trabajos de la 61 legislatura. El acto republicano, realizado sin contratiempos y sin la presencia del presidente Calderón -ya no está obligado a asistir a la apertura de sesiones– se inserta en una complicada coyuntura de crisis, que ha echado por tierra todas las variables económicas, y nos tiene a los mexicanos en una total incertidumbre frente al futuro

Quince horas después, el presidente Calderón convocó a Palacio Nacional a las élites políticas y económicas, para dar a conocer sus diez líneas de acción para enfrentarla crisis. Al mismo tiempo convocó al Congreso a pasar de la lógica de los cambios posibles “limitados siempre por los cálculos políticos”, a la lógica de los cambios de fondo “que nos permitan romper inercias y construir nuestro futuro.

Así inició el mes de la patria, septiembre negro.

Diputados y senadores tendrán como prioridad meterle sustancia a eso que llaman Ley de Emergencia Económica. Dejar a un lado sus intereses personales o de grupo y trabajar conjuntamente para lograr acuerdos por dolorosos o difíciles que estos resulten.

Mas allá del camino fácil que implicaría el IVA en medicinas y alimentos, los hacedores de leyes pueden llevar a la mesa de negociaciones temas como la elusión fiscal de las grandes empresas, los privilegios de los sindicatos, el sueldo oculto de los ministros de la Corte, los bonos que se auto otorgan los propios legisladores, la eliminación de los regímenes fiscales de excepción, el combate a la corrupción. Paralelamente pueden ampliar el déficit -es decir, autorizar endeudamiento– a márgenes tolerables, y reducir el gasto corriente.

Estamos en un mal año, un año de contingencias: la sanitaria, la financiera, la social; es decir, la de la influenza, la del dólar, la de la sequía y el desempleo. La ciudadanía lo sabe, lo siente, lo sufre. Las encuestas nos dicen que la percepción sobre la situación económica es la peor de los últimos nueve años.

Las estadísticas confirman el hoyo en el que nos encontramos. Abajo la producción, las remesas, las exportaciones, el precio del petróleo, el turismo. Estados y municipios sufren tremendamente de la caída en las participaciones. Los ayuntamientos más pobres ya no mueven ni los carros de basura por falta de recursos

La vía de los nuevos impuestos parece descartada, por lo menos por ahora. Las agendas económicas de los grupos parlamentarios del PRI, el PRD y los partidos de la chiquillada coinciden: Cero gravámenes La población está muy golpeada por la crisis. No hay condiciones para imponerle más cargas.

El 8 de septiembre llegará al Congreso el paquete económico. Presupuesto de Egresos, Ley de Ingresos, Criterios de Política Económica y, probablemente, Miscelánea Fiscal.

Sobre ese paquete tendrán que bordar los legisladores, obligados, por lo menos esta vez a hacer a un lado sus intereses electorales y trabajar, en serio, por el país. Han quedado a deber desde hace lustros. Ya es hora de reivindicarse.

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