El festejo fue en grande y había motivos. Veinte años de la caída del muro de Berlin, emblema de la separacion de una ciudad, de un país, de la vieja Europa, del mundo.
El Telón de Acero desgarró familias, separó parejas, se erigió en peligroso obstáculo para aquellos que quisieron huir del sistema comunista. Casi 200 personas murieron en el intento por brincarlo, en las casi tres decadas que duró de pie
En Berlin, donde acudió a las celebraciones junto con otros lideres de ayer y de hoy, Hillary Clinton llamó a derribar “los muros del siglo XXI”. Hablaba en sentido figurado. La secretaria de estado se referia a la lucha contra el terrorismo, el cambio climático, el desarollo de las armas nucleares. “No hay muro que no podamos derribar”, aseguró emocionada.
Pero hay otro muro que el lugar de caerse se refuerza; que es símbolo de la división entre el norte y el sur; que también desgarra familias y es un peligroso obstáculo para aquellos que aspiran a una vida más próspera. Está ubicado en la frontera de México con Estados Unidos, el país de Hillary, y ya ha costado muchas vidas. Le dicen, sarcásticamente, El muro de la Tortilla.
Construido en 1994 bajo el programa de lucha contra los indocumentados, conocido como «Operación Guardián», el ignominioso muro tiene casi mil kilómetros de extensión en California, donde se levanta el tramo más grande, Arizona, Nuevo México y Texas. Partes de su estructura incluyen tres bardas de contención, iluminación de muy alta intensidad, detectores de movimiento, sensores electrónicos y equipos de visión nocturna conectados a famosa Border Patrol.
Desde que fue levantado, hace tres lustros, los indocumentados se han visto obligados a cruzar por zonas más peligrosas, como el desierto de Arizona. Unas 5 mil 600 personas han fallecido en el intento, según cuentas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
No faltó quien levantara la voz para calificar de “absurda” la celebración que hizo Estados Unidos en torno a la conmemoración por los 20 años de la caída del Muro de Berlín “Mientras los norteamericanos festejan un hecho al otro lado del mundo, ellos mismos levantan una barrera en la frontera con México igual de agresiva”, criticó el cantante argentino, Fito Páez.
Hillary seguramente no pensó en el fronterizo muro al pronunciar su discurso en la ciudad alemana. Mujer influyente –fue primera dama y senadora de Estados Unidos—no se le conoce esfuerzo alguno para echarlo abajo. Pero ya que hizo el emotivo llamado, hay que seguir los consejos de la ex canciller Rosario Green: “tomémosle la palabra”.
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