El puente del Día de Muertos sirvió a los legisladores para recetar una cascada de impuestos que harán agujeros en las bolsas de los afligidos e imponentes mexicanos.
En dos auténticas noches de brujas, una mayoría de diputados y senadores del PAN, PRI y Verde, empujados por el Ejecutivo Federal y los ambiciosos gobernadores -¿o virreyes?– resolvieron que, a partir del primero de enero del 2010, se incrementará la carga fiscal a los ciudadanos.
Subirá el IVA, del 15 al 16 por ciento; el ISR, del 28 al 30 por ciento. Pagaremos más por el celular y la televisión de paga. Tabaco y alcohol se incrementan también; y si a usted le gusta apostar prepárese: El impuesto al juego sube un 10 por ciento.
Casi como estribillo nos repiten que ya no tenemos tanto petróleo y que en las finanzas públicas hay un boquete de 300 mil millones de pesos; que el gobierno necesita dinero para taparlo, y que no queda otra que voltear al contribuyente cumplido, o irse por la vía del endeudamiento, que tan dramáticos recuerdos nos trae.
Pero el alza de impuestos nos llega en los peores momentos. Llevamos más de un año en una grave crisis, que se diagnosticó, no hay que olvidarlo, como un “catarrito”. Hoy todos los indicadores están a la baja –producción, consumo, empleo, recaudación, turismo, remesas. Somos, junto con España, de los países más golpeados por el fenómeno, aunque el presidente Calderón haya decretado el fin de la recesión y presuma un crecimiento de 2.7 por ciento en el tercer trimestre.
Nadie parece contento con el “frankestein” aprobado en el Congreso para tapar el boquete. Ni el PRI, que sabe de los costos subir impuestos y quiere aparentar que se opuso al incremento del IVA; ni el PAN, que trae fuertes divisiones internas; ni el gobierno federal, que le apostaba a dos puntos más de IVA, disfrazados de impuesto contra la pobreza. Mucho menos el PRD; el PT y Convergencia, que votaron en contra del paquete y acusan a los partidos mayoritarios de “traición” a sus electores.
En el ciudadano existe la percepción de que el gobierno no hace un esfuerzo parejo al que se impone a la sociedad. El anuncio de que desaparecerán tres secretarias de estado y que se recortará el gasto corriente no convence a nadie. Los expertos nos dicen que el presupuesto para el 2012 será el mayor del que se tenga registro: 3 billones 179 mil millones de pesos.
Los mismos que aprobaron la cascada de impuestos, hoy hablan de convocar, para enero, una Convención Nacional Fiscal. La intención, dicen, es bajar el IVA a 12 por ciento; y el ISR al 25 por ciento “pero que paguen todos”. Eso implica quitar la tasa cero a medicinas y alimentos. Suena a suicidio político. ¿Se atreverán?
Por lo pronto ya empezó la discusión sobre el Presupuesto para el 2012 en la Cámara de Diputados. A más tardar el 15 de noviembre deberá ser aprobado. Entonces sabremos si el año que entra tendremos gobiernos ricos, con ciudadanos y municipios pobres.
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