viernes, 9 de abril de 2010

Calderón toca fondo

El presidente Calderón atraviesa uno de los momentos más difíciles de su gestión. La guerra contra el narco, que en su momento sumó a su popularidad y hasta lo legitimó (Rubén Aguilar y Jorge Castañeda; La Guerra Fallida, editorial Punto de Lectura) hoy se vuelve en su contra.

18 mil muertos en tres años son muchos. Viudas y huérfanos se multiplican. El miedo se apodera de la ciudadanía. El carrusel de la violencia se extiende por el territorio nacional. Ya no parece haber límites, ni los códigos de antaño. Solo en la semana que pasó hubo 250 muertos, si, 250 muertos, una cifra récord en la historia moderna del país.

En esta guerra todo se vale. Las bandas criminales parecen en competencia para demostrar de qué lado son más desalmados. A diario se nos informa de decapitados, cercenados, colgados, entambados, encajuelados, encobijados, o disueltos en ácido. ¿El objetivo? Aterrorizar a la población.

Ya hasta se dan el lujo de colapsar, con bloqueos, la ciudad de Monterrey, una de las tres más importantes del país. Peor: cuentan con la abierta complicidad de policías municipales a sueldo (polizetas, les dicen ya en La Sultana) a los que les aplican el principio de “plomo o plata.”

Los reportes procedentes de la capital de Nuevo León indican que fueron policías los que ayudaron a escapar a los delincuentes que se enfrentaron al Ejército en la balacera que se registró el fin de semana en las inmediaciones del Tecnológico de Monterrey, con saldo de dos estudiantes de posgrado muertos.

* * *

El discurso oficial ya no convence a nadie. Llevamos tres años con la cantaleta de que la violencia crece como resultado de los daños que el estado le ha asestado a los carteles de la droga, y que esta es producto del reacomodo de las bandas criminales.

Del lado del Ejército y la Marina, que realizan un trabajo para el cual no están entrenados, los excesos se acumulan. Los verdes son, por mucho, líderes en las quejas que llegan a la CNDH. Su imagen se ha caído aún más que la del primer mandatario, según las encuestas de opinión.

El lamentable fenómeno que vivimos es comentado con agudeza en un análisis de la empresa especializada “Estrategia y Comunicación”, que encabeza Luis Kaim. Dice al respecto:

“México ha entrado en un laberinto, oscuro, peligroso, de violencia sistemática, con un debilitamiento progresivo de los gobiernos, un desgaste de las fuerzas armadas, un discurso bélico agotado, rebasado, y una opinión pública desensibilizada.

“En este contexto, nadie reclama al Presidente Calderón por hacer frente al crimen organizado; esa es su responsabilidad. Lo que resuena con cada vez más fuerza es la crítica a la unilateralidad, a la guerra contra el narco como estrategia mediática y fuente de legitimidad política pasajera, y no como una política de Estado.”

Cada vez son más numerosas las voces que reclaman un cambio a esta estrategia de muchos muertos y pocos resultados. Seria un error que el presidente Calderón aplicara aquella máxima que exhibió la sordera de Carlos Salinas de Gortari: ni los veo, ni los oigo. El reto es escuchar, revisar, ajustar y convencer, sin perder la cara.

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