El triple asesinato de personas vinculadas con el consulado de Estados Unidos en Juárez no solo reforzó la injusta idea de que se trata de “la ciudad más violenta del mundo”, sino que originó, a consecuencia de la nacionalidad de los ejecutados, la intervención de agentes del FBI y la DEA en territorio mexicano.
Este hecho revivió fantasmas que creíamos superados. La palabra “injerencia” ha resurgido con fuerza en boca de nacionalistas trasnochados. Estos chauvinistas del siglo XX, pero que viven en el siglo XXI, alegan que la presencia de los agentes de extranjeros viola la soberanía nacional y que Estados Unidos sufre las consecuencias de no haber frenado a tiempo la venta ilegal de armas
La participación de los gringos en la investigación de los homicidios no es para ocupar territorio mexicano, ni mucho menos para apoderarse de nuestro petróleo, sino para coadyuvar a que no prevalezca la impunidad, por lo menos en ese crimen.
Ya hemos visto que las incontables ejecuciones que realizan las bandas del crimen organizado son raramente castigadas. No pasa un día sin que nos enteremos de una matanza en alguna parte del territorio nacional. La inmensa mayoría de los sicarios transitan libremente por el territorio nacional, sin que la policía los moleste, ya sea por ignorancia, por miedo o por complicidad.
Afortunadamente, la mayoría de los mexicanos le han perdido el miedo a la colaboración entre dos países para enfrentar un grave problema común: el narcotráfico. La sola posibilidad de que los asesinos sean atrapados justificaría la presencia temporal presencia de los agentes.
Ya lo decía ayer Manlio Fabio Beltrones: un asunto transnacional, debe ser atacado con el esfuerzo transnacional. “El tema debe ser abordado en una lógica de la seguridad regional. Implica compromisos que deben hacer en los Estados Unidos para controlar la venta indiscriminada de armas, que son vendidas en México, como también mucho de nuestro esfuerzo para no dejarla pasar”, dijo el senador del PRI.
Y remató con un axioma: “no es nada más tarea del gobierno norteamericano el darnos resultados, en no vender tantas armas, sino nosotros también poner una especial atención en las aduanas mexicanas, que están siendo una coladera de armas”
EL triple homicidio es no solo un desafío directo, sino un agravio al presidente Calderón, quien ya visitado tres veces la fronteriza ciudad en las últimas seis semanas. Su estrategia de combate al narcotráfico es cada vez mas cuestionada.
Las intenciones son inmejorables, pero los resultados dejan que desear. Desde que le declaró la guerra al crimen organizado, hace ya tres años, ha habido casi 18 mil muertos en todo el país. Sólo en Juárez los muertos han sumado más de 500 en lo que va del 2010. Se impone, pues, una revisión de la estrategia.
Fin
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