La época de indiferencia hacia México, que históricamente ha marcado las relaciones con Estados Unidos, llega obligadamente a su fin. Barack Obama parece haber entendido que si seguimos como “vecinos distantes” le puede resultar muy costoso. La violencia del crimen organizado, que no conoce límites ni fronteras, está ya a las puertas de la Unión Americana, y eso sí les preocupa.
El presidente de Estados Unidos multiplica las señales de su voluntad de estrechar la cooperación entre los dos países. En espacio de un mes desfilará por México un ejército de altos funcionarios para apuntalar la estrategia conjunta en la guerra contra el crimen organizado
No sólo ya nos envió a la popular Hillary Clinton, quien estuvo en México la semana pasada. El almirante Mike Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, pasó por aquí a principios de marzo. En los próximos días vendrá también la ex gobernadora de Arizona, Janet Napolitano, secretaria de seguridad interior.
El propio Obama nos visitará el 16 y 17 de abril próximo.
Esta actitud, que ha echado por tierra los pronósticos de que el primer presidente negro de Estados Unidos ni nos voltearía a ver, viene acompañada de anuncios y acciones concretas para respaldar la cruzada contra el crimen organizado, que el presidente Calderón emprendió desde su llegada Los Pinos, hace dos años y cuatro meses.
Ya se aprobaron 700 millones de dólares, en el marco de la Iniciativa Mérida. Paralelamente se estableció un plan para atajar el trasiego de armas a México, incluyendo la reubicación de 400 agentes policiales en la frontera, en los próximos 45 días.
Napolitano no sólo declaró que continuará la operación "Armas Cruzadas", y que asignará 16 posiciones adicionales de la DEA, sino que continuará el programa de rastreo del origen de armas decomisadas en México.
Washington, además, autorizó estrictas inspecciones de los servicios ferroviarios que corren de Estados Unidos a México, ha trasladado a la frontera equipos móviles de rayos X, y desplazando decenas de personas especializadas en inspecciones de vehículos, contenedores y vagones, en busca de armas y dinero de contrabando.
Los gringos ya empezaron a responder al reclamo mexicano sobre la venta de armas a los cárteles de la droga. En la página web de la embajada estadounidense se informa sobre tres recientes decomisos de armas en los estados de Arizona y Texas.
Dice el comunicado de la embajada:
“Agentes de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) decomisaron 10 armas y miles de cartuchos útiles de una camioneta “pickup” en la región suroeste del estado de Arizona, la cual se dirigía al sur. El jueves anterior, oficiales de CBP encontraron cañones de rifle, accesorios de armas de fuego y pólvora en un tráiler que intentaba salir de Estados Unidos rumbo a México por Pharr, Texas.
“El miércoles 4 de marzo, en Laredo, Texas, el CBP descubrió una colección de armas y municiones escondidas en un segundo camión con destino a México. En ambos casos, los sospechosos fueron arrestados y entregados al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de E.U.”.
Napolitano subrayó la importancia de los decomisos: “El detener el flujo de armas ilegales de los Estados Unidos a México es de importancia crítica en nuestra lucha contra los violentos cárteles de las drogas. Seguimos encontrando nuevas maneras de combatir los recientes aumentos en el tráfico de armas ilegales a México, y aplaudo a los funcionarios y agentes que se dedican a impedir que dichas armas ilegales crucen la frontera. Verán como se logran más de estos éxitos”, vaticinó.
El discurso de los funcionarios de Estados Unidos ha cambiado radicalmente de tono. A los años de certificación, que por años tensaron las relaciones y señalamientos de un “estado fallido”, ha sucedido un concierto de alabanzas al coraje mostrado por Felipe Calderón frente al crimen organizado.
La propia Hillary Clinton, en entrevistas y discursos que pronunció durante su estancia en nuestro país, reconoció la responsabilidad de Estados Unidos en dos vertientes muy concretas: la altísima demanda de drogas para satisfacer el consumo en aquel país, y la indiscriminada venta de armas a los cárteles del narcotráfico.
La prensa estadounidense consignó ese cambio de tono, al término de la visita de Hillary. El famoso Washington Post destacó que los dos países intensificarán su lucha contra las pandillas violentas de las drogas. El cotidiano destacó el acuerdo de ambos países de desarrollar una "lista de tareas" para enfrentar ese desafío. La lista incluirá plazos para que Estados Unidos envíe la ayuda comprometida en la lucha contra las drogas y que México avance en la reforma de sus instituciones judiciales y policiacas.
El prestigiado The New York Times, catedral del periodismo, destacó que durante su visita de 48 horas, Hillary reafirmó que México "no está en peligro de ser un Estado fallido". El USA Today subrayó que Clinton llamó a la solidaridad en la guerra contra las drogas.
Los mexicanos debemos saludar la nueva disposición mostrada por el presidente Obama frente a un problema que lastima a los mexicanos, y que representa una seria amenaza para aquel país. Sin la cooperación de los Estados Unidos, la guerra contra el crimen organizado estaría irremediablemente condenada al fracaso.
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