sábado, 5 de diciembre de 2009

Iztapalapa: ni Clara, ni Juanito

Lo inventó Andrés Manuel López Obrador para sacarle la vuelta a una decisión del Tribunal Electoral, pero la jugada se le revirtió. El renovado Juanito –se quitó la cinta y se puso la corbata -- constituye un problema político para la Ciudad de México, gobernada por el PRD desde hace 12 años, pero también una oportunidad para el jefe de gobierno, Marcelo Ebrard, de arrebatarle ese enclave a su ex jefe tabasqueño.

El Peje y los bejaranos nunca se imaginaron que transcurrida su licencia de 59 días, Rafael Acosta, nombre real del personaje, se apoderaría de las oficinas del delegado en Iztapalapa, por la vía expedita del cerrajero; acompañado, eso sí, por un notario que diera fe del acontecimiento.

La historia movería a risa, si no fuera porque amenaza seriamente la gobernabilidad en esa complicada delegación, que tiene una población similar a la de Honduras, un presupuesto de casi 4 mil millones de pesos, y que es la reserva natural de los votos de la izquierda.

Juanito ganó la elección. Es cierto. Pero no hay que engañarse. La mayoría de los votos que recibió no eran para el, sino para la obradorista Clara Brugada, cuya candidatura fue revocada por los magistrados del Trife, por irregularidades que encontraron en la elección interna del PRD.

“No te la vayas a creer”, previno López Obrador aquella tarde de junio en que hizo su candidato a un individuo cuyo nombre ni siquiera conocía. Pero Acosta se la creyó y dice que se va a quedar los tres años, aunque Brugada repita que no lo dejará gobernar.

“No temo a un golpe de Estado, más bien yo se los di a ellos, si, se los di, los agarré dormidos a los señores, a la pobre mafia obradorista la agarré como al Tigre de Santa Julia", dijo Rafael Acosta, en una conferencia de prensa en la que presento su programa de los 100 primeros días de gobierno.

Los que votaron por él, arengados por el tabasqueño, hoy se sienten burlados por este personaje de vodevil, que ahora es usado por los adversarios del partido que gobierna la Ciudad de México. El engaño envenenó el ambiente en Iztapalapa y trajo aparejado el riesgo de ingobernabilidad.

Pero a Juanito ya le construyen su guillotina. Lo van a destituir si no acepta una salida negociada. En la Asamblea Legislativa se inicio un proceso para su remoción. El problema es que se necesita el apoyo de 44 de los 66 diputados locales que integran ese organismo, y a la coalición PRD-PT no le alcanza. Se requiere del respaldo del PRI, que promueve una solución salomónica: Ni Acosta, ni Brugada, sino una tercera opción.

El “minidesafuero” de Acosta, en caso de aprobarse en la Asamblea Legislativa , podría complicarse. “No hay sustento jurídico para destituirlo”, nos dice la panista, Mariana Gómez del Campo. El camino más seguro pasa por la negociación política para llegar al arreglo: Juanito venderá cara su salida. Andrés Manuel perderá la demarcación, y Marcelo propondrá alguien que no sea un subordinado del tabasqueño. Ya lo vera.

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